jueves, 1 de noviembre de 2012

Agustín García Calvo


Agustín García Calvo



Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.

Grande te quiero,

como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.

Buena te quiero,

como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.

Alta te quiero,

como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.

Blanca te quiero,

como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.

Pero no mía

ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

Poema interpretado por Amancio Prada que dedicamos a todas las mujeres para conmemorar el 25 N.




A tí, que una vez me enseñaste a leer, deseo de vuelta
A tí, que una vez me enseñaste a leer, deseo de vuelta
escribirte un largo relato de amor, a fin de que aprendas
de nuevo a leer. ¿Adónde tus ojos glaucos a ciegas
los llevó la locura? Dejaste olvidadas sobre la mesa
tus gafas al irte. ¿Por qué cristal en tu hoya de greda

podrás bocarriba leer? No importa: echaremos las cuentas

de la vida en un hilo de miles de lisas y ásperas perlas,

y aun dado que tú (que ni falta te hará) no escuches ni atiendas,

otros habrá tal vez que lo oirán, que al menos lo lean;

y al fin, ¿crees tú, señor de mi amor, que hay tal diferencia

de público a tí?: ¿de tí a las malvas que ya primavera

cría de tí?: ¿de mi voz al rumor del aire en la yerba?

A tí te lo doy: para otros será. Y si un día se queda

cuajada la voz en espeso papal y en vírgulas negras

y libro se hace y, según la costumbre humana (¿te acuerdas?),

se pliega y se cose y se corta y en rústica se encuaderna,

un día vendré y traeré tu ejemplar reciente de prensa,

y aquí hoja por hoja el viento y la lluvia al pie de tu oreja

lo irán deshojando y la tinta escurriendo en siembra de letras.

Que quede tu libro abierto de cara sobre tu tierra.


De su libro Relato de amor. Endecha dedicado a la memoria de su padre.

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